JOAQUÍN SABINA – Plaza de Toros de la Malagueta, Málaga – 10 de septiembre de 1999.

Tengo que reconocer que no soy muy “Sabinista”, pero en esos momentos, y con la salida del disco “19 días y 500 noches” (fue un gran éxito de ventas, y la crítica se rindió a sus pies), me animé a ir a ver al cantautor, al que considero más poeta que cantante. Su voz tan peculiar como reconocible, sin ser una gran voz, consigue llegar a lo más profundo gracias a la intensidad de sus letras. Y lo de llamarlo poeta no es baladí, y para muestra están los numerosos libros y poemas que ha publicado.

Por lo que he podido encontrar en la red sobre el concierto, el de Málaga fue el arranque de la gira del disco “19 días y 500 noches”, una gira que duró un año. El concierto se celebró dentro del ciclo aún vigente “Serenatas de la Luna Joven”, que organiza el Área de Juventud del Ayuntamiento de Málaga desde hace años (este año 2013 cumplía su 26 edición). Sabina repetiría concierto en el marco de este ciclo malagueño durante años posteriores, en concreto, y si la gran hemeroteca que compone internet no me falla, volvió en 2003, 2006, 2007 (con Joan Manuel Serrat), 2010 y 2012 (de nuevo con Serrat). Fuera de este ciclo, Sabina ha tocado en otras muchas ocasiones en la capital de la Costa del Sol, la primera de ellas en el año 1987, aunque ya había cantado en el famoso barrio malagueño de Pedregalejo a principios de su carrera -finales de los años 70 y principios de los 80-.

Mi entrada al concierto de Sabina.

Como lamentablemente no dispongo de material fotográfico, audio o vídeo sobre este concierto de Sabina del año 99 (ni tampoco he encontrado nada en la red), os voy a dejar con el tema que da título al disco que lo llevó de gira aquel año, “19 días y 500 noches”.  Eso sí, no sin antes escribiros estos versos con los que arranca el poeta antes de dar paso a los primeros acordes de la canción…

Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas,
el puré de reproches con sardinas,
las golondrinas muertas en la almohada.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman al humo de los sueños,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole sin dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a la hoguera los archivos.

Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos…